Esta reflexión se presenta como intención de guiar nuestra oración, a través de la Palabra para el V Domingo de Cuaresma. Parte de una pregunta:
“¿Crees esto?”, ¿Crees su Palabra, su mensaje, crees en Él?
En esta reflexión, vamos a ir desglosando el mensaje de Palabra (Jn 11, 1-45) y haciéndolo parte de nuestra oración a través de preguntas para la introspección personal. Una vez hayamos leído la lectura, comencemos a reflexionar. Vamos a dividirla en cuatro partes.
La situación, el planteamiento de la Lectura, parte del mensaje que María y Marta envían a Jesús para que acuda a curar a Lázaro, que está enfermo. Pero cuando Jesús llega, Lázaro ya lleva enterrado dos días. La primera de las partes se refiere al momento en que Marta sale al encuentro de Jesús. Su primera reacción frente a la tardanza de Jesús es de recriminación, de incomprensión, pero a continuación Marta le dice que confía en Él y sabe que le concederá todo aquello que le pida.
Este encuentro lo podemos relacionar con nuestro momento actual de oración al estar leyendo esta reflexión o con cualquier momento de oración personal. La oración es un encuentro con quien nos ama, con quien nos hace sentir queridos y arropados incondicionalmente, dejando a un lado cualquier recriminación o resentimiento anterior. En la oración, Jesús se compadece de nosotros y nos mira con cariño, de igual modo que lo hace con Marta. ¿Cuántas veces salgo yo también a su encuentro?
El segundo momento de la lectura es, para mí, el punto de inflexión en ella. Jesús le cuestiona directamente y le dice a Marta: “¿CREES ESTO?”. Y ella, responde con rotundidad: “SÍ, Tú eres el Mesías”.
Nuestro día a día, nuestras obligaciones nos hacen ser egoístas, tal vez, impacientes. Queremos todo ya, en el momento que pensamos que es el mejor. Queremos una respuesta rápida, eficaz, sin esfuerzo. Pero Jesús, al parecer para Marta, “llega tarde”. Sin embargo, su Fe es fuerte, ella cree ante todo en Él y así lo afirma. ¿Cómo de profunda es mi Fe? ¿Cuánto tiene de importante en mi día a día? ¿Soy capaz de decir “sí” a Jesús cada día?
En tercer lugar, vemos una imagen que nos sorprende. También sorprendió a los que rodeaban a Jesús. Él no se avergüenza de llorar en público. Podemos entender el llanto y la tristeza que muestra Jesús como un sentimiento de nobleza y de compasión frente al dolor del hermano, de las personas que le rodean.
Entendemos que, en nuestra oración, cuando ponemos en manos de Dios nuestros problemas, Él los hace suyos, se compadece y se conmueve. Pero, en mi caso, ¿qué es lo que me hace llorar?, ¿qué me conmueve? ¿Solo mis problemas o también los de las personas que me rodean? ¿Los pongo en manos de Dios o me creo dueño de mi vida? ¿Soy capaz de conmoverme por los demás como lo hace Jesús, de luchar contra las injusticias y consolar al que esté a mi lado?
Por último, se produce el milagro. Jesús, tras hablar con su Padre, resucita a Lázaro. Y, entonces, todos los que presenciaron esa escena, por sus obras, creyeron en Él.
En este último momento, ya solo queda ver en las obras de Jesús nuestro estilo de vida, nuestra guía para presenciar nuestros actos. Ser conscientes de que Él sabe qué es lo necesitamos y poner en sus manos nuestras necesidades y las de las personas que nos rodean, para que con sus hechos marque nuestro camino.
Os invito a escuchar la canción “En mi Getsemaní”, destacando las frases que para nuestra oración sean relevantes. En mi caso, he pensado en esta canción por la frase “Aquí estoy para hacer tu voluntad, para que mi amor sea decirte sí hasta el final”.
https://www.youtube.com/watch?v=-zLvJs5i1cs
Para terminar, os propongo rezar la siguiente oración y mantenernos en silencio, tras su lectura, para que sea Dios quien nos interpele:
Te conmueves en mí, Señor, te haces presente en mi dolor, te entrego todo mi corazón, todo lo frágil que soy, lo que me duele. Tú me tocas en la oración, porque tus manos lo pueden todo. Sí, Tú eres Dios. Te presento todo mi ser, mi corazón, porque Tú ya sabes qué es lo que necesito.
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