Esta es la pregunta que una niña le hizo a Juan, el párroco de Villamayor, tras ver la gran cruz que preside la iglesia del pueblo. Y esta es la cuestión que Juan nos ha planteado durante su homilía de la Pasión. En el día en el que muere Jesús, nos pregunta sí nosotros vivimos o si, por el contrario, únicamente subsistimos. Si tenemos una vida plena o si nos dejamos llevar por la rutina en nuestro día a día. El secreto está, según nos ha dicho, en vivir desde Cristo.

Un Jesucristo que fue crucificado, tal y como hemos leído en la Pasión del evangelio de San Mateo, que es el relato que hemos empleado para la reflexión de hoy. El mismo texto para todos, pero que en cada uno sugiere algo diferente. Tal y como hemos visto al compartir la celebración de adoración de la cruz que hemos realizado esta noche.

Hoy, como no podía ser de otro modo, también nos hemos acordado de aquellos que sufren. La hermana Sole nos ha enseñado el comedor social Entreplatos. Realmente no es un comedor, sino una cocina solidaria. De lunes a sábado reparten comida para 11 familias necesitadas de Villamayor, formadas por unas 40 personas, de las que cerca de la mitad son menores. Los menús no los comen en el local, sino que se los llevan a sus casas en tuppers. El objetivo es que sea un servicio anónimo, discreto y que no estigmatice a quien lo tiene que emplear. De hecho, de los 77 voluntarios con los que cuenta la cocina (entre cocineros, pinches, limpieza y almacén) solo dos personas (una de ellas Sole) saben quiénes son los usuarios, porque son quienes les reparten la comida. El resto de voluntarios se marchan antes de que lleguen los comensales.

Este proyecto comenzó el 15 de febrero, después de mucha preparación y está impulsado por las Hermanas, la parroquia, Cáritas y el Ayuntamiento. Cuatro de nosotros (Adriana, María, Miguel y Chivite) se han quedado en la cocina ayudando a Sole como pinches. Han preparado ensaladilla rusa, pescado en salsa verde y fresas. El resto (Bea, Javi, Marián y Maite), mientras tanto, han preparado la celebración de la noche.

Justo debajo vemos al equipo de pinches, con Sole, tras preparar la comida. Están en el lugar donde se reparten los tuppers. Este espacio, por lo que nos ha contado Sole, al principio era muy blanco y frío, y la mesa un simple tablero sobre unos caballetes. «Quisimos hacerlo más acogedor, más alegre, más hogareño. Por eso lo pintamos, decoramos y vestimos con un mantel. Bastante sufrimiento tienen ya en casa», nos ha reconocido.

No queremos terminar esta crónica sin dejar escrito un ejemplo de cómo es la acogida que nos dispensan las hermanas. Mañana nos vamos de retiro a unas cuevas y Maite ha dicho durante la cena que ella no se ha traído el calzado adecuado. En ese momento, sin decir nada, Maritxu y Sole se han levantado y han ido a su habitación. Al minuto traían cada una un par de zapatillas. «Las mías son de abuela», admitía Maritxu. «Estas tienen cámara de aire», decía Sole. «Yo mis deportivas se las regalé a un vecino pobre del pueblo que las necesitaba», se justificaba Trini. Al final, Maite se ha quedado con las de Sole.
